El Polo Industrial Fueguino reactivó sus líneas de producción este sábado, luego de 10 días de paralización a raíz de las medidas de fuerza dispuestas por los gremios metalúrgicos la semana pasada.
Son unas pocas fábricas dedicadas a las autopartes las que reanudaron la producción, en una suerte de prólogo de lo que sucederá el próximo lunes cuando la industria de Tierra del Fuego vuelva a reactivarse en su totalidad. Pero hay poco que festejar.

La modificación de la política arancelaria dispuesta por el Gobierno Nacional desató una lucha con escasos precedentes en territorio fueguino y, como sucede tras cada batalla, en los distintos “cuarteles” proceden al conteo de bajas, que las hay y muchas.
Muchos perdedores, pocos ganadores
Los distintos congresos celebrados este viernes al mediodía en las fábricas dejaron una cosa en claro: los puestos de trabajo están garantizados, pero ese compromiso tiene fecha de vencimiento y la misma es inminente.
Más temprano que tarde se arribará al último día del calendario y las garantías asumidas por las terminales fabriles llegará a su fin. Justamente por esto es que en algunos casos las bases votaron en contra del regreso a la producción, pero primó la mayoría.
Los propios metalúrgicos reconocen que hubo un error de cálculo, o al menos de expresión del problema: hay quienes sostenían que la “resistencia” derivaría en la eliminación del Decreto que modifica los aranceles de los productos importados. “Una ingenuidad”, dicen por estas horas delegados de la UOM, que admiten que pese a la admirable lucha demostrada el resultado fue -al menos hasta ahora- derrota.

Entre los políticos no hay bajas (como suele suceder), pero también la sensación es de derrota.
Ninguna expresión de rechazo emitida desde la Isla parece haber repercutido en la decisión del Gobierno Nacional. Las gacetillas y los mensajes vía redes sociales evidenciaron una perogrullada: tienen escaso o nulo impacto en CABA, desde donde se define el futuro de Tierra del Fuego.
El oficialismo fueguino no logró siquiera cerrar filas y dejar diferencias de lado que, muchos suponían, podían apurar acercamientos previstos para luego de las elecciones legislativas de octubre.
Del otro lado, los representantes de La Libertad Avanza en Tierra del Fuego dejaron en claro la distancia de tres mil kilómetros entre Capital Federal y la Isla. Se mostraron igualmente sorprendidos por los anuncios que el resto de la comunidad y debieron guardar silencio hasta recibir una hoja de ruta que les permita salir del ostracismo.

Para colmo, cuando lo hicieron prefirieron hablar de macroeconomía y no de los puestos de trabajo que sus propios vecinos consideraban en riesgo. Nunca hablaron de garantías laborales, jamás emitieron una opinión sobre lo que ocurriría con los empleados que se cruzan en el supermercado.
La frutilla del postre la aportó el Presidente de La Libertad Avanza, Miguel Rodríguez, cuando a través de un posteo de Instagram (varios días después de iniciado el conflicto) sostuvo que el temor real y palpable de los miles de trabajadores se desprendía de una operación de la casta, la dirigencia sindical y el periodismo ensobrado; prácticamente tildando de ovejas (y por qué no, de idiotas) a quienes aguantaban temperaturas bajo cero mientras él subía un video desde un auto.
Tierra del Fuego toda parece haber perdido en una batalla que lejos está de terminar pero que hizo retroceder a la Provincia en el imaginario colectivo: se multiplicaron los ataques a la Provincia y Sturzenegger llegó a proponer (mientras los libertarios fueguinos pedían calma) que nos transformemos en un parque de diversiones. Lo único potable de la idea es que el payaso ya está.
El conteo también vale para las fábricas: entre las pequeñas persiste el temor de no lograr una reconversión rápida y no poder garantizar producción más allá del 2025; Mirgor y Newsan, por el otro, parecen haber esquivados las esquirlas y muestran orgullosas cómo se han diversificado en el último tiempo para afrontar los nuevos desafíos que propone Nación.
Porque en el fragor de las batallas, donde algunos ganan y otros pierden, existen aquellos que no conocen la derrota.