A menos de un mes para el cierre y presentación de listas de candidatos en todo el país para las elecciones de medio término, los principales espacios políticos se encuentran en plena negociación para definir los lugares que sus delfines ocuparán en ellas.
En Tierra del Fuego parece no haber avances significativos, pero hay una certeza -perogrullada, es cierto- que podemos confirmar: los que son, quieren seguir siendo.
A por la reelección
El mandato de los senadores en la Argentina dura 6 años y la Cámara se va renovando por tercios, y este año es el turno de Tierra del Fuego.
Las bancas que hoy se ponen en juego son las asumidas en los comicios de 2019 y que hoy ostentan Pablo Blanco, María Eugenia Duré y Cristina Cándida López (que reemplazó al fallecido senador Matías Rodríguez); y los tres tienen un factor común: ya confirmaron a propios y extraños que buscarán la reelección.
La última carta de Blanco
Tras su frustrado intento de ser Gobernador en 2019, Blanco parece haber encontrado el lugar donde cerrar “con broche de oro” su carrera política.
Hace semanas confirmó en FM Origen que intentará revalidar su mandato: “Vamos a ver qué dice la gente, en mi partido ya me dijeron que sí”. Resta conocer aún la estrategia que empleará el partido, que pretende una alianza de partidos aunque recorta posibilidades con sus límites.
El propio Blanco descartó dentro de los posibles aliados a “La Libertad Avanza y al kirchnerismo acérrimo” y confesó su “odio” por el intendente Walter Vuoto, que “es recíproco a partir del 18 de octubre de hace dos años atrás”.
Duré y López, a los codazos
La pertenencia a un espacio político e incluso a un mismo bloque en el Senado no garantiza afinidad y las senadoras María Eugenia Duré y Cristina López son un claro ejemplo: el diálogo entre ambas es mínimo -por no decir inexistente- y su vínculo con las autoridades partidarias también es distinto.
Duré ha logrado cosechar buena relación con los principales referentes del Partido Justicialista, incluso con Cristina Fernández de Kirchner, y busca encontrar en ellos el apoyo necesario para revalidar la banca. “Seguiré trabajando y dispuesta a donde diga la conducción”, dijo hace días la parlamentaria.
López la tiene más complicada. En el Senado sus propios pares le llaman por su segundo nombre, Cándida, mostrando distancia, y sus intentos por mostrar afinidad terminaron cayendo en la obsecuencia: el propio jefe del bloque, José Mayans, debió intervenir hace días y callarla cuando esta perdió los estribos y comenzó a gritarle al jefe de Gabinete Guillermo Francos. Para colmo, las comparaciones siempre odiosas no tardan en surgir y a más de uno se le pianta un lagrimón al recordar al fallecido senador Matías Rodríguez y su manejo dentro de la Cámara.
Así las cosas, el intento de López de buscar la reelección encuentra base solo dentro de Tierra del Fuego y en una persona: Walter Vuoto. Sin embargo, a la Senadora no le gustó el anuncio de candidatura del intendente de Ushuaia que fue ventilado por su propio espacio. Vuoto, por otro lado, es cauto porque no necesita a López, pero sí a su marido: Pino aporta el voto necesario en la Legislastura para que el Partido Justicialista mantenga su alianza con el Gobierno.
A menos de un mes del cierre de listas, la danza de nombres y estrategias sigue en plena ebullición, con los senadores decididos a mantener sus bancas. Mientras Blanco apuesta por cerrar su carrera política con una reelección respaldada por su partido y una alianza selectiva, Duré se afianza en su relación con los líderes del PJ para consolidar su posición. López, en cambio, enfrenta un camino más sinuoso, con tensiones internas y una dependencia clave del apoyo de Walter Vuoto. En este escenario de negociaciones, desencuentros y lealtades cruzadas, la definición de las candidaturas promete ser un capítulo más de la intensa pulseada política fueguina.
